15 de agosto de 2012

Cartas desde mi escritorio

A ti, mi querido amigo...(primera parte)

Navegando en el mar de tus porqués nocturnos, he llegado al punto de escribirte desde nuestra lejanía. He decidido trasladarte mi ánimo y mi apoyo en estos momentos que pasas porque sé como te sientes, y porque quiero que entiendas que estas cosas son como son, y no como queramos que sean.


Me hablaste de tu decepción por la situación de soledad que vives, y como se hace parte en un sin vivir que cada día enfrentas. Rebuscas en los lodos de aquel tiempo pasado agarrándote a cualquier atisbo de amor enmascarado, que te pudiese mantener a flote unos segundos de tu actual momento. Sé que sientes que te falta algo que antes tenías, pero quizás eso no existía, y con esas debilidades humanas que tanto criticamos, construiste un dios momentáneo condenado a caducar antes de la salida del verdadero amanecer.

¡Nada más justo, Hermano! Creaste la imagen mental de un ser que amabas y ansiabas estrechar cada día en tus brazos pero confiabas que tu elección, en el azar a la hora de escogerla a ella y no a otra, se justificaba de manera insólita por ese extraño destino. Creaste algo de la nada y ahora tienes esa decepción, por la frustración del tiempo perdido. Hiciste lo que creías conveniente en ese momento, eras consciente de ello, así que, no siendo ilegal, no cometiste ningún delito a la hora de amar. Nada justificará en este momento el por qué de estas vivencias. Han ocurrido porque dos seres humanos aceptaron disfrutar como partes contratantes de un acuerdo material de placer hedonista y egocéntrico, pero se olvidaron reflejar las cláusulas derogatorias en letra pequeña. Fue un error de cálculo, créeme, la ansiedad de vivir nos deja imperfectos, tanto que avanzamos más rápido de lo debido. Salimos quemando rueda o corazón al más puro estilo de Fernando Alonso para que, luego, paguemos el precio debido con el paso del tiempo, con la desilusión por esa frenada tan brutal que casi nos saca del camino.

Aquí estamos en el punto de partida. Ese inicio donde sólo tu almohada se atrevía a debatirte tus más íntimos pensamientos pero, al igual que antes no te sentías solo y abandonado, ahora tampoco lo estás. Analízate desde lo más hondo: sólo sientes decepción, humillación, incomprensión, dolor y venganza. Los ingredientes perfectos para crear un gran vinagre pero no una gran persona.

Me preguntabas como sacar de tu mente alguien que había pasado por algún momento de tu vida. Quizás, esa memoria selectiva que tenemos posee un botón donde apretando el off acabe con nuestra tristeza pero, a día de hoy, no creo en ese remedio. Yo creo en el tiempo, ese viejo amigo que nunca nos abandona, que convierte una memoria de corto en la de largo plazo, para que junto con los fríos inviernos y calurosos veranos, acabe olvidando.

En tus miles de críticas, me hablas de aquellas personas que no saben valorar lo que tienen en el ambiente del amor. Por desperdiciar con manos abiertas tanta ternura con discusiones alocadas y enfados incomprensivos. Aquí pararé por hoy porque me haces reflexionar con esta diatriba. Querido hermano, yo voy a utilizar ese freno de mano que todos tenemos y que cada uno dispone en su intimidad.

Para poder aislarse del mundo. Para hacer autocrítica conmigo mismo, ya que, llegados a este punto, se me plantean varias opciones. Para no dejarte en stand by, te iré escribiendo desde esta distancia para que me sientas cerca. Para que te identifiques con lo que leas. Para que veas cómo los montones de cosas que te rodean se nublan por las desgraciadas lágrimas del dolor y la decepción. Para que consigas ponerte de pie y limpiarte el rostro. Para que sepas que desde la humildad de aquel que te escribe, quizás no sepa lo que tenga.


Sin más,
siempre tuyo.

Tu gran amigo Otelo. 

1 comentario:

  1. Ciertamente, querido amigo Otelo, tengo que rendirme a tus absolutas reflexiones y decirte que tienes más razón que un santo. Este texto, aparte de expresar una emotividad especial para con un buen amigo, simboliza el espíritu de superación y de reconversión que un ser humano experimenta cuando las circunstancias vienen a las duras. Tú, como bien sabes y demuestras, también estás en esas fases y no puedo mostrar mi más sincero agradecimiento. Una excelente dedicatoria y un magno gesto, te felicito ;)

    ResponderEliminar