23 de agosto de 2012

¿El Wikicirco de las naciones justas?


Y de ver quién se reparte al comediante estrella de la actuación. Eso es lo que ya sugiere ‘el caso Assange’. Filtración de documentos, presuntos cargos por abuso sexual, supuesta "pena de muerte" por una presión de la Justicia estadounidense y la suma de un populista aguerrido a su código rancio libertario. 



Es cierto que aquellos periodistas, o gestores de la información si nos ponemos “culturetas”, que adviertan posibles violaciones flagrantes deberían advertirlas a los medios de comunicación, para que la opinión pública sea consciente de que los grandes poderes conllevan aún más grandiosas responsabilidades. Es de alabar que alguien, y en este caso Assange, haya decidido difundir a principales periódicos las irregularidades que el ejército estadounidense ha perpetrado en el conflicto en la guerra contra Afganistán. Se le debe, y mucho, porque la opinión pública jamás habría sospechado que el ejército había producido víctimas civiles sin miramientos, ante el temor de que fueran terroristas suicidas. 

No se habrían conocido, tampoco por el otro bando, las masacres provocadas por la facción talibán contra su propio pueblo, ni las conexiones paquistaníes con la célula terrorista Al Qaeda, mientras aseguraba colaborar en el declive de los talibanes como socio de los occidentales. Todo es meritorio, pero este no es el hecho que se critica aquí.

Lo que se critica: es que la cruzada personal del exhacker contra el “Enemigo Ejemplar de las Ucronías Universales” haya sido motivo de gratuita publicidad para gobiernos que, lejos de  comprometerse con el derecho a la información, utilizan dicha campaña para apuntarse un tanto a costa de su muy conveniente analfabeta población. Me sorprendió ciertamente ver instantáneas de ciudadanos ecuatorianos, en boga de defender a Assange, con pañuelos de su imagen colgados a su cuello y pidiendo “justicia y libertad” por él. Pero bueno, ya sabemos de cómo se las gastan por allá en el sur de América, que les gusta glorificar a "bombo y platillo" a tercos egocéntricos como semidioses.

Es del estilo que gusta a Correa y lo que se esperaba el presidente del país andino. Assange ha aparecido milagrosamente como una nueva fuente de juventud que le diera un aire renovado a su país, calificado por las agencias de libertad de prensa como un país donde existe poca, o nula, transparencia informativa. Correa, supuesto paladín de la justicia y de la libertad de prensa, acaba quedando como un caudillo del chabacanismo cuando las hemerotecas empiezan a revelar la realidad pasada del mandatario. De cómo ha cerrado medios opositores a su régimen y ha obligado a estos, por compensación a quedarse haciendo su verdadero trabajo, a pagar altas indemnizaciones. 

Lo que ya de traca es que se arme de demagogia para insinuar que los periodistas son críticos con el régimen porque, según él, “hacen cualquier cosa por un mendrugo”. Claro que lo hacen, y más cuando te abanderas con un vanidoso capitalista, de los que tú tanto criticas. Hacen cualquier cosa por ti, que eres ese mendrugo.

Vanidad es, de facto, lo que sugiere este tal Assange. Vanidoso porque se cree que robar está bien con tal de sacar “los asuntos a la luz del día”. Vanidoso por crear una empresa que se aprovecha de filtrar asuntos de Estado. Y más vanidoso aún por adjudicarse el trabajo desinteresado que, de seguro, hacen muchos de sus trabajadores por contar la verdad. Mientras él se hace publicidad gratuita, rellena la línea de acontecimientos con polémica por  cada país que va pisando. 

Su defensa legal y él mismo confabulan en teorías conspiranoides. Creen que resistirse a la extradición a Suecia, añadido a todo el numerito montado con su enclaustramiento en la embajada ecuatoriana, tienen su porqué en una supuesta conspiración estadounidense para oficiar una travesía del wikidueño “al olvido”. De momento, Assange, lo que es a día de hoy, es un presunto sospechoso por dos delitos sexuales y, como todo ciudadano, debe ser responsable ante la justicia y comparecer ante los organismos judiciales. Ya vale de montar este numerito de absurda espiral donde se han metido este mismo y el tal Correa porque, si te hubieras callado, seguro que habrías estado más guapo y ahora, no tendrías que recurrir a los favores de un dictador encubierto.

 Y aquí concluyo, porque es momento de que empiece a reflexionar. Reflexionar sobre unas palabras que oí una vez. Unas palabras que recuerdo, que oí decir en una ocasión a un compañero de facultad, que aseguraba que “el principio solidario en los seres humanos es sólo una manifestación para sentirse cómodos consigo mismos”. Es triste pensarlo, pero en el caso de Julian se cumple “a rajatabla” y para mí, un falso solidario y un cacique no me inspiran para nada lecciones de democracia. Por mi parte, se pueden dar juntitos la mano y largarse a freír frijoles.



Los dos tortolitos especulando cómo será su idílico momento juntos



No hay comentarios:

Publicar un comentario